martes, 19 de febrero de 2013

La historia está cambiando, ya queda menos.


Vaya por delante que ni puedo, ni pretendo, ni quiero dar lecciones de nada a nadie. Primero, porque no soy quien y, segundo, porque se supone, tengo mucho que aprender del resto. Repito: se supone, que ya es mucho suponer.
Salida Torreblanca en Santa Marina. Carmen Rodríguez Endrina
Tener que esperar dos días para escribir cuesta, pero cada uno conoce su carácter, sus propias limitaciones. Yo no vengo hablando bajo ningún título que no sea el de cofrade. Vergüenza. Sí, quizás esta sea la mejor palabra que defina el estado que me embriaga tras lo sucedido en las últimas horas. Ni más ni menos que vergüenza, y mucha. La libertad de expresión es un derecho que recoge la Constitución española y, obviamente, no seré yo quien venga a decir lo contrario, aunque algo sí tengo claro: la libertad de expresión tuya acaba cuando empieza la mía. Herir y hacer leña del árbol caído, el mayor placer de muchos sevillanos.
El Vía Crucis que esperábamos terminó llevándonos por la calle de la amargura y no como pocos esperábamos. Ya lo he dicho en algunas ocasiones. Éramos pocos los que esperábamos, por h o por b que esto terminase de la mejor manera posible. Muchos otros se encargaron desde temprano en poner pegas y buscarle más patas de las que suele tener el gato. Algunos no entendieron lo histórico de la ocasión, otros, no atendieron a emociones y sentimientos. Otros muchos, ni tan siquiera se enteraron que se trataba de la Fe, de la petición del Pastor.
El sentir y el querer de la mayoría quedaron en la sombra de una norma no escrita que me llevó a ejercer lo que no elegí. Impotencia. Cuando una junta de gobierno queda gobernada por otra algo no se está haciendo bien. Cuando nos creemos Dios y pisamos a los más humildes, dentro de la propia Iglesia (recalco para quiénes olviden de lo que se trata) terminamos en mal camino, como así fue. Unas instituciones que se pasan la pelota y a cada medio declaran cosas diferentes. Ahora sí. Ahora no, mientras mi corazón me grita en contra.
Para opinar, hay que conocer. Requisito imprescindible a mi humilde parecer. Para dar voz en una radio, imagen en un plató o texto en un periódico hay que saber de qué se habla, cómo se habla y de quién se habla. A veces parece todo planeado. Nada concuerda... O quizás todo. Nos falta fraternidad. Mucha. No somos hermanos con actitudes como las que he escuchado y visto en las últimas horas. Tan solo un apunte por mis insistentes ganas de ahorraros hacer más el ridículo. Para criticar a Torreblanca hay que conocerla, tratar a su gente y pasarse por la plaza en la que residen. Dicen las escrituras: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados”. Aquí reside la diferencia. Quienes hablan tienen miles de razones para callarse. Quienes critican, mil y una. A ocho kilómetros del centro de la ciudad entienden de modales, a pesar de los carros que siguen aguantando. A quienes decidieron: espero que tengan el valor suficiente durante sus respectivas jornadas, las ideas claras y fijas desde hace tiempo como ocurrió el domingo, no espero ni una prórroga por sus respectivas partes. Que disfruten del marco cualquier día de la semana.  A quiénes hablaron, se rieron, no entendieron y criticaron, para ello, había que pasarse antes por Santa Marina. Había que ver uno a uno los rostros, las personas, el pasillo formado. La edad, las lágrimas. Sí. Emocionarse conforme ves avanzar un cortejo que llora.  Lágrimas de quienes, en realidad, poco pintaban allí. Nudo en la garganta. Quien no lo sufrió no tiene corazón.  
A la hermandad que tanto aprecio porque conozco de primerísima mano su labor, su actitud, su gente, tan dignas o incluso más que el resto, que demuestra su comportamiento ejemplar, su saber estar, esto tan solo ha sido otra piedra en vuestro inmenso camino. Otra lección más, que duele, porque llega de quien llega, los fuertes disfrazados por otros de débiles. Quedaos con lo que os lleváis, el cruce de la ojiva. La historia está cambiando, ya queda menos. 

domingo, 10 de febrero de 2013

Soñando con lo vivido...

A tan solo una semana del Vía Crucis del año de la Fe, un acto que, para muchos sera inolvidable, os dejo el artículo que me encargaron para el último boletín de la Hermandad de los Dolores de Torreblanca:

"Amaneció la fría mañana de domingo, esta vez mucho más temprano que de costumbre. La Luna comenzaba a dormir cuando los primeros rayos del sol peinaban su pelo plateado. El tiempo, el cruel paso del tiempo, hizo temer su presencia en este día.

Cuentan que los vecinos la conocen, que el barrio muchas veces con ella se ha volcado porque no le hicieron falta crisis bautizadas por gobiernos para vivir en un eterno fin de mes. Cuentan, muchos cuentan,  que soñaba con este día y que fueron muchísimas las veces en las que, por un momento, vio su sueño truncado, pero ella ya estaba casi lista. Casi contra todo pronóstico ese día iba a ser suyo y, por ello, ya salía de casa.

El camino sería largo. Hacía meses que no cogía el 29, aunque pocas cosas habían cambiado… O quizás muchas. Sentada, sola, en los primeros asientos del autobús,  comenzó su largo viaje en el tiempo al compás que marcaba el autocar. Recuerda al Padre Antonio, cuando allá por el año 1988, se presentó en el barrio con una Dolorosa. Quién iba a decir que, a partir de ese momento, ni un solo paso podría darse sin mirar el rostro de la Virgen de los Dolores. Se acuerda de los que ya no están y disfrutarán como nunca en el rincón que comparten en el cielo. Vicente y Juan organizarán hoy una gran fiesta. Pasa recordando horas e incluso llega a emocionarse, quizás, antes de tiempo…

Llegó el momento. El paso, encuadrado en las puertas de Santa Marina y en su retina, se funde la estampa actual con una tarde de 1995. La imagen ha cambiado y mucho. Sin embargo, el sentimiento es el mismo. La emoción, la ilusión. La calle Feria vibra como nunca lo ha hecho. Torreblanca y el Carmen. El inicio, el principio de la Víspera más unido y más fuerte que nunca. Quién iba a decir hace diecisiete años que, a la misma hora, en el mismo lugar, ambas se esperarían. El centro de la ciudad que, a veces anhela, más Torreblanca que nunca. Torreblanca entera, hecha Sevilla. Ella, envuelta en un río de personas inconfundibles, que conducen el paso hasta la avenida, mientras recuerda y sigue pensando en todo el camino que la ha llevado hasta allí. Los palos duros nos hacen más fuertes y, quizás por ello, el barrio aprendió cuando durante un año quedó huérfano. La historia, aunque duela, no se olvida y el año 2000 queda patente entre los vecinos del barrio. La ausencia es el mayor de los Dolores... y Dolores es la mayor alegría cuando llega a visitarte, a pesar de vivir lejos de la parroquia. Acercar a quiénes están lejos lo que tantas veces desean. Esta es otra de las grandezas de vuestra Hermandad.

El Paso de misterio, Jesús ante Pilatos, de nuevo encuadrado en la puerta. Esta vez otra. Grande, muy grande y no solo en dimensiones. El tiempo se detiene y el pulso se acelera. En su mente tan solo retumba la frase que, en su tiempo, pronunció el Cardenal Carlos Amigo Vallejo: Las puertas de la Catedral están abiertas a todas aquellas hermandades que quieran dar testimonio de un culto auténtico al Señor y que vivan según la caridad fraterna. Y están abiertas todos los días del año”. Ahí va Torreblanca. El barrio que procesa como pocos la fe y toma día a día la mano de la Caridad entre los suyos. Es 17 de febrero, un día que,  mucho antes de ese momento, ya se tachaba de inolvidable. Júbilo. Éxtasis. El camino de vuelta marcado por la felicidad entonada por las hermanitas de la Cruz. La calle San Luis convertida en la plaza de las Acacias.   

El sueño cumplido. La Esperanza que jamás desaparece. La sonrisa que tanto necesitaba. El aliento, la fuerzas y las ganas de seguir luchando. La infancia. La vejez.  El olvido y el recuerdo. Una vecina que, vuelve al barrio, soñando con lo vivido. "
                                                                                            Carmen Rodríguez Endrina
Boletín 2013, hermandad de los Dolores de Torreblanca.