martes, 15 de mayo de 2012

Dímelo...

Que me lo digas llamándome a las tres de la mañana desde un número desconocido; escríbelo con spray en la acera bajo mi ventana, que al asomarme cada mañana lo lea; mándamelo en un e-mail o sms dándole a enviar sin pensártelo dos veces; corriendo tras de mí cuando digas algo inoportuno y me enfade por fuera pero por dentro me siga muriendo por ti; grítamelo delante de todo el mundo, en cualquier tarde compras o noche de cena, ¡Qué se mueran de celos!; llévame a esa calle que sólo tú y yo sabemos, aquella que nos hace sentir como en el paraíso y entonces, allí, susúrramelo bajito al oído. Ven a buscarme a la estación, para ese tren y hazme bajar contigo; Súbete a los muros más alto de la ciudad durante la noche y cuelga también en los puentes, qué es lo que sientes por mí, sí, como en aquella historia del libro que me encanta; plásmalo en la arena de la playa; tirándonos en paracaídas o escríbemelo en el cielo con el resto de combustible de cualquier avioneta; Búscame por la ciudad de los sueños y cuando me encuentres, no digas nada, sólo alza las cartulinas en la que lo traes todo escrito; Hazme una carta, que como tú pocos pueden escribir lo que sienten con tanta dulzura; Llama a la radio y dilo con cualquier canción que nos represente; dímelo, frente a frente, con los labios o los ojos… 


Que me lo digas a la cara o al oído; gritando o susurrándolo… Sé tú quien elija cómo hacerlo pero, por favor, dímelo ya, que me muero.

                                         

1 comentario:

  1. Y una pancarta desde la Giralda que se vea en toda la ciudad, jajaja.

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