Cuando anteponemos la insignia
dorada, el asiento en el cabildo de oficiales, las representaciones, las fotos,
las exclusivas en televisión o el ser primera noticia en un portal cofradiero. Cuando
caemos en el trapo, cuando no logramos salir de él y aireamos los conflictos
como en corrales antiguos. Cuando anteponemos la popularidad, los abrazos o los
besos de Judas. Cuando ponemos por delante mil y una cosa más que no daría
tiempo a enumerar, nos perdemos.
Cuando olvidamos los años que nos
amparan, a quiénes nos sucedieron, a los que levantaron lo que hoy tenemos. Cuando
olvidamos a los marineros y de los pescadores. Cuando olvidamos a los niños que
cada día terminan donde su Esperanza aún se hace más pura. Cuando nos olvidamos
del Economato, del Comedor benéfico de las hijas de la Caridad, la decenas de
cuestaciones o las campañas de Navidad. Cuando olvidamos la formación a la
juventud, a su LIBERTAD de elección y al futuro. Cuando olvidamos para qué
llegamos allí, quién nos llamó y qué nos une a Ellos. Cuando nos olvidamos de
nuestros hermanos y comenzamos a tirar piedras contra nuestro propio tejado.
Cuando en vez de apagar, avivamos un fuego que calienta a buena parte de la
ciudad. Cuando nos perdemos entre maldades, sí, olvidarnos de todo esto es un
acto de maldad, aquí ha llegado el momento de pararnos a pensar.
Cuando nos caemos y no
precisamente al compás de Tres Caídas perfectas o cuando perdemos a la
Esperanza que te llama, que te toca aún desde la lejanía, que te abraza, que te
impulsa, que nunca te abandona, que te mira con los ojos más Puros que jamás
nadie pudo contemplar, hemos perdido los papeles.
Ha llegado el momento de
analizar. Nos encontramos envueltos en un periodo electoral que parece de
cualquier institución o partido político en vez de una HERMANDAD y sí, es en
mayúsculas por quienes trabajan día a día por los que más lo necesitas y por
todos y cada uno de nosotros, sus hermanos, una pena, que en estas últimas semanas,
aquellos que llevan a gala el amor por su Hermandad y sus titulares se hayan
olvidado de ellos a favor de sus propios intereses… Aquellos, que el día 10 seguirán
siendo mis hermanos y lo único que habrán ganado será seguir aquí, junto a
Ellos y trabajando codo con codo con el que ayer insultaron. ¿Vergüenza? Algunos
tacharon la palabra de su diccionario, junto al respeto y la educación. Cuando,
verdaderamente, te une un amor enorme hacia tu Hermandad y sus titulares te
callas y haces piña, así demostramos quiénes somos y no nos retratamos ante la
multitud que ya nos va conociendo.
Una lástima no aprovechar
ocasiones como estas para demostrar quiénes somos, callar a quien nos intenta
hundir una y otra vez, aquel que se mofa y se rie cuando le seguimos dando pie
a ello. En momentos como este, teníamos que gritar a la Ciudad de María, que
aquí, el único espectáculo sigue siendo Ella, alumbrada por la cera que se
consume cuando su testigo más preciado es la Luna llena o a la luz de un viernes
que reluce como nunca otro lo hizo, en el Barrio más bonito de la Ciudad…
Que una chica tan joven como tú escriba una reflexión tan profunda y tan verdadera no tiene precio. Y qué razón tienes, cuando a veces las hermandades están llenas de gente que se creen que ir en representación con una vara es casi como ser Presidentes del Gobierno o algo similar:protagonismos, egos,etc..Y mi verdad es la única y la que más vale, se olvidan que juraron medalla por un Cristo y una Virgen y que son ellos el faro que nos alumbra.
ResponderEliminarFelicidades por esto que escribes Carmen. Saludos desde cerca de la otra Triana..
Muchísimas gracias por tu comentario, María José. Con cosas como la que me escribes da gusto seguir actualizando entradas. Un saludo.
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