La mujer ha tomado terreno en los últimos
años, cada vez más rápido, en el mundo de las cofradías. Pocos son los ámbitos
que les quedan por tocar, muy pocos para demostrar que somos capaces.
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| Teatro Maestranza (Sevilla) |
La mujer pregonera no está, no hay ni un solo
nombre que, bajo la humilde opinión de la que escribe, englobe el perfil de lo
que Sevilla merece. No es el momento, no.
Me considero defensora de la misma (sería un poco estúpido por otra
parte que no lo fuera) pero, defensa no es hipocresía y mucho menos falta de
sentido común.
El tiempo ha ido avanzando al compás que la
mujer ha marcado hasta que esta se detuvo y el primero se la comió. Sí, esto es
lo que ha pasado. Nos hemos estancado en
el camino y no somos capaces de salir del bache que, una y otra vez, nos
castiga. ¿Dónde está la mujer escritora?
¿La poeta? ¿Dónde quedó la periodista? Sí, la periodista también brilla por su
ausencia, aquí tampoco estamos totalmente representadas. El pregón es un regalo que un cofrade
capacitado le hace a Sevilla, a los
cinco sentidos y la mujer, hoy, muy a mi pesar no despierta algún sentimiento
en el oyente, no creo que sea capaz de emocionar en la oscuridad del teatro,
cuando comienza a florecer la primavera. No está la voz que emociona, que se
recuerda, que sea inconfundible. La
mujer existe, eso está claro. En algún lado estará y más pronto que tarde
saldrá a la luz de la que huye hasta el día de hoy. Tiene que hacerse notar.
En definitiva, la sociedad está preparada, Sevilla
está dispuesta y pide a gritos escuchar una voz dulce y femenina hablar de la
Esperanza, de los rincones perfumados de un azahar que estalla poco a poco
entre naranjos. El problema radica en
que el tiempo de la palabra, a la mujer se le ha escapado y es ella quien no
está preparada, hoy, para tomar y hacer
suyo el atril del Teatro Maestranza.

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