El pulso de los más débiles echado abajo con
tan solo una mirada que, a veces, castiga. Roces, lenguaje de signos, miradas
eternas que aíslan del resto del mundo, testigos directos de la escena más
bonita. El silencio sigue oliendo a ti. Mis besos ya
te echaban de menos.
Conversación eterna en tus ojos, dos corazones
latiendo al mismo ritmo. Boca abierta, encandilada. Una nueva batalla perdida…
¿O tal vez ganada? El amor no entiende de edad, ni de motivos, tan solo de
razones que hacen feliz a la persona. El amor no escucha más allá del tono que
marca el corazón, el tic tac eterno al ritmo de tu latido.
Una mirada, no hace falta nada más. La risa desencadenada
por el constante tira y afloja. La que me escondes, la que aparece. La que
siempre estuvo ahí de una manera u otra. Enamorada de ti, del color de tus ojos,
de tu forma de mirar, de tu voz. Déjame que te cuente, una vez más, que seguiré
eternamente enamorada de tu sonrisa.
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